jueves, 17 de noviembre de 2011

CAPITULO XXXVI

Llegaron al edificio donde se encuentra el departamento de Paula y en el estacionamiento las miradas hablan del gran amor que comparten, en silencio se acercan y se funden en un beso que se prolonga por varios minutos, Pedro va mucho más allá y busca con su mano el contacto con la piel vibrante de ella debajo de la remera…
Nadie se encuentra en el estacionamiento, en ese silencio entran y recorren abrazados los pisos que los lleva al nido de amor que es el testigo mudo de la unión de ambos.
Están cansados pero no les importa, solo quieren disfrutarse el uno al otro, sacarse de encima la tensión provocada por los celos de los dos.
La pasión los envuelve y en el impulso desmedido por saciarlo no se sueltan y van sin muchos cuidados hasta el dormitorio, no pueden soltarse o no quieren; él la besa y ella responde en igual medida; él la acaricia y ella lo hace con la misma intensidad.
Ambos se arrojan a la cama sin medir el impacto de ambos y la cama sede. La primera reacción fue el susto y la segunda fue reír a carcajadas.
Solo el eco de sus risas se escuchaba en el departamento. Cuando pararon de reír. Pedro le seca con besos las lágrimas a Paula y la pasión vuelve a despertar y se aman sin tapujos y sin  medida.
Tiempo después se levanta y le dice a Paula.
-Se rompió de tu lado, eso quiere decir que sos mas pesada.
Como respuesta Paula le arroja un almohadón que pega en el blanco.
-Esto no v a quedar así!!! Dice Pedro y se arroja sobre Paula y comienza hacerle cosquillas. Las carcajadas de ella llena el silencio de la habitación.
Iniciaron un juego de fuerza por el cual terminaron en el suelo, ya que cedió la parte de la cama del lado de Pedro.
-Era yo la pesada???!!!!! Lo decía entre carcajadas.
-levantate y vemos que podemos hacer. Dice Pedro todavía entre risas.
-Se rompió el soporte.
-Se puede arreglar??? Pregunta preocupada.
-No se, no creo, vamos a sacar las patas y colocamos la trama con el colchón en el piso.
-Dormiremos en el piso por tu culpa. Dice Paula con una sonrisa en sus labios.
-Vos tenes la culpa, mira como estás. Y camino hacia ella. Pero no puedo tocarla porque ella corrió al baño.
-Cobarde. Le grito él.

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